Esta iglesia fue declarada Bien de Interés Cultural en la Categoría de Monumento Histórico en 1982 y forma parte del conjunto histórico de la localidad, siendo su edificio más representativo.
Y eso no es todo. Fíjate bien en su fachada, sus bóvedas, la manera en la que está construida… Aprecia las diferentes etapas de la historia en este monumento, observando cómo el paso de los siglos se ve reflejado en esta iglesia.
¡Te invitamos a que te adentres en ella y sigas descubriendo más sobre esta auténtica joya!
La actual Iglesia de Nuestra Señora de Rocamador fue construida sobre otra iglesia anterior, de la que se tienen muy pocos datos, que a su vez pudo estar situada sobre una antigua mezquita, por el origen musulmán de la fortaleza. El templo que actualmente se alza en este lugar comenzó a construirse en la primera mitad del siglo XVI, pero no finalizó en su totalidad hasta ya bien entrado el siglo XVIII, debido a los continuos periodos de guerra y recesión que atravesó la Villa. El resultado es la fusión de estilos que vemos en el monumento. Se encuentra en un lugar privilegiado estratégicamente hablando, ya que esta protegía la Villa. Con el paso del tiempo, el espacio se fue adaptando a los cánones de construcción católicos.
La importancia de este edificio no reside solo en su situación, sino también en su relevancia histórica, ya que fue el lugar donde se celebró la famosa Boda Regia entre la hija de los Reyes Católicos, Isabel, y el rey portugués, Don Manuel “El Afortunado”. Este evento tuvo lugar en 1497, al que asistió la propia Isabel de Castilla y, con esta unión, se consiguió la paz entre ambos reinos. Este hecho es rememorado y celebrado cada verano a través de una representación teatral del enlace real.
La iglesia está constituida por tres naves de planta rectangular. En su exterior, observamos su fachada neoclásica, así como una torre herreriana, escalones desiguales y barandas de piedras que dan acceso a ella. Ya en su interior, destaca el estilo tardo-gótico de sus columnas y bóvedas de crucería. Además, podemos admirar el retablo “La Virgen y los Santos Juanes” (s. XVI), formado por ocho tablas ensambladas pintadas por Luis de Morales. También el Cristo policromado (s. XVII), atribuido a Berruguete, o el Cristo de las Batallas, el cual impresiona por su elaboración retorcida, lo que le lleva a ser popularmente conocido como el “Cristo del Garabato”. Asimismo, podemos observar el retablo barroco del altar mayor (s. XVIII), obra de José de Churriguera. Además, tendrás la oportunidad de observar la imagen de la Virgen de Rocamador en la hornacina central.